El rincón de Nuria
miércoles, 13 de mayo de 2015
Huele a ganas
Me dicen que peco mucho de pensar en el futuro y olvidarme del presente.
Puede ser.
Para qué engañarnos. Es totalmente cierto.
Pero es que verás, para mí ya huele a verano.
Huele a hierba y calor. Huele a helado acompañado de las puestas de sol más cercanas a su salida de todo el año. Huele a pantalón corto y a cometer errores porque “qué más da, es verano”. Huele a las ganas de trasnochar, porque en verano no se dice “una más y nos vamos”. No. Nadie quiere irse nunca. Huele a la promesa de volver a la época en la que las preocupaciones eran, valga la redundancia, menos preocupantes. Huele a disfrutar en el césped, arena, toalla o donde se tercie porque la cosa está en tumbarse, disfrutar de los rayos tan ansiados durante los últimos meses y ver las nubes pasar. Huele a jugar con fuego porque es un amor de verano y nada más. Huele a sufrir unas rutinas de belleza bastante intensas. Huele a comilonas-siesta-chapuzón. Huele a la evolución de “benditos bares” a “benditas terrazas”. A sillas de metal que se oyen por toda la calle cuando te mueves un centímetro. A tinto de verano con chorrito de vermú. A cigarrito acompañado de café solo con hielo. Huele a convertir la calle en tu nuevo hogar porque es inconcebible estar entre cuatro paredes más de dos horas. Huele a dormir poco pero nunca estar cansado. Huele al asfalto recalentado de Madrid, del cual todos huimos a la más mínima. Huele a cielo eternamente azul. Huele a que tú te tumbes al sol y yo, fiel a mi tradición vampírica, me atrinchere en la sombra. Huele a la suma de ganas de comerse el mundo y carreteras interminables. Huele a juegos absurdos y encuentros “casuales” contigo porque son los que más nos divierten. Huele a fiesta, seamos sinceros, sin especificar hora del día porque todo es aceptable en verano. Huele a redescubrirse e inevitablemente re-conocerse a uno mismo. Huele a escenario, música en directo y pelos de punta. Huele a gente guapa porque todo el mundo está mejor con gafas de sol. Huele a camisas arremangadas, alpargatas y bermudas. Huele a tirantes finos, cuñas y faldas ibicencas. Huele a más tiempo para descubrir nuevos rincones y menos tiempo para trabajar. Huele a bancarrota por la unión de la poca fuerza de voluntad y las proposiciones de viajes irrepetibles. Huele a un verano distinto, mejor que el anterior y peor que el próximo. Huele a ir a por todas. De cabeza. Porque no conocemos otra manera. Huele a brisa salada, a tormenta sideral, a noches calurosas sin gota de viento. Huele a marca de bañador y a sombra de palmera. Huele a humo, a hoguera, a la mejor ecuación del mundo: barbacoa más toda la pandilla. Huele al gazpacho de tu abuela. Huele a chapuzones, a tirarse de cabeza, tanto en sentido figurativo como en el literal, y a cloro, que aunque nos dé la sensación de que nos están arrancando los ojos, nunca dejaremos de abrirlos bajo el agua, porque somos así de curiosos. Huele a esa colonia que no te puedes quitar de la cabeza. Huele a tres meses de relajación para los suertudos y a dos semanas de locura desenfrenada para nosotros, los pringados trabajadores. Buenoyqué. Las disfrutamos el doble. Huele a la mejor canción del verano de todas, el ruido de las chicharras, mientras exprimes lo poco que queda del día en el porche. Huele a protección solar. Huele a madres embadurnando a sus hijos en ella. Huele a la ausencia de voluntad y falta de responsabilidad cuando se te planta delante la combinación de piel morena y ojos claros. Huele a tormenta estival, la única del año en la que no te importa empaparte. Es más, quieres. Y luego a tierra mojada, uno de mis olores favoritos. Huele a que más de uno se tirará al agua con el móvil en el bolsillo. Y qué más da, es un aparato sobrevalorado. Huele a pecas en la nariz. Huele a fin de exámenes, horizontes sin fin y esperanzas por las nubes. Huele a castillos en el aire que, durante un tiempecito, se sostienen. Huele a cambio, que aunque no nos demos cuenta en el momento, siempre es a mejor. Huele a reggaetón saliendo a todo volumen por las ventanillas. Lo odio pero reconozco que sin él, es menos verano. Huele a paseos de madrugada, creyéndonos invencibles y lográndolo. Huele a que te pisen cuando llevas chanclas y cagarse en todos sus muertos. Huele a juegos de cartas durante horas, apuestas demasiado arriesgadas y decisiones mezcladas con alcohol, peligrosas pero divertidas, que rápidamente se solucionan tomando otra aun peor. Huele a que unas se pintan las uñas de los pies y otros se dejen esa barba de tres días. Huele a que definitivamente es mejor insinuar que enseñar. Huele a adrenalina temporal, ola de calor y confusión demasiado conveniente. Huele al miedo a acercarse a una fuente porque hay avispas a tutiplén. Huele a quemar tacón, mojar melena y gritar al viento. Huele a declaraciones de amor estrepitosas porque es el momento de jugársela a un todo o nada.
Huele a revolución veraniega, a rebeldes con la mejor causa del mundo, huele a living on the fucking edge.
Porque si es cuestión de ser eternamente jóvenes, ahora es el mejor momento.
http://loqueellosnosaben.com/2014/05/06/huele-a-ganas/
http://loqueellosnosaben.com/2014/05/06/huele-a-ganas/
Para qué sirve una amiga
A algunos se les escapa demasiado rápido un “esa es mi amiga”. Para mí, son los que no saben filtrar y tratar, significa que no valoran lo que es una amistad verdadera y lo que supone. Yo considero que conocidos tengo muchos, a puñados, unos más tratables, otros más especiales, pero lo que son realmente amigas, por las que haría cualquier cosa, las cuento con los dedos de una mano. Las cosas claras. Y si ya son transparentes, mejor. No es algo que trate a la ligera.
Y eso es porque las amigas verdaderas son tan difíciles de encontrar como dos gotas de agua idénticas. Es que no se encuentran todos los días. Ni todos los años. La buena amistad son años de confianza, momentos demasiado memorables y empujones acertados. Es conocerse hasta el punto de saber sus flaquezas y poder predecir sus movimientos. Es hacer terapia durante una ruptura sin importar las horas día tras día, y si es en una azotea con brisa veraniega mejor. Es luchar juntas contra viento y marea y lo que toque. Es saber que realmente va a estar ahí a pesar de las consecuencias porque te lo ha demostrado no una ni cien veces, sino infinitas. Y sobre todo, es saber que va a haber alguien que te diga “basta” cuando nadie más se atreve.
Para mí, una amiga te da la enhorabuena cuando has actuado bien y te pone los puntos sobre las íes cuando lo has hecho mal. Una amiga no te dirá la verdad así como así, en bruto y sin pulir, sino que sabrá pasarla a través de tus filtros más personales porque es la única forma en la que sabe que te calará bien. Porque te conoce casi mejor que tu madre. Una amiga no se limitará a desearte que las cosas “te vayan bonito” sino que participará activamente en tu vida, intentando mejorarla como Dios la haya dado a entender. A su manera, que es la que más aprecias. Ambas sabéis cómo son las personas con las que queréis acabar y, sí, veranearéis todos juntos. Es indiscutible.
Con una amiga, siempre tienes unos planes fijos que no harías con absolutamente nadie más. Te da igual. Es un tema inamovible y no negociable. Punto y final. Sería una profanación absoluta incluir a otra persona en ellos. Son momentos vuestros que necesitáis para seguir adelante. Una amiga es aquella con la que vas a un concierto, perdéis a todos para meteros en el mogollón y cantáis como un par de locas. Hasta puede que os emocionéis. Una amiga es la que te convence para ir a un festival de música, después de perjurar que jamás pisarías semejante lugar, y que cuando acabe darte cuenta de que te lo has pasado como nunca.
Una amiga es con la que eres capaz de hacer noche tras noche un mano a mano y no cansarte jamás. Y que cuando os despidáis se preocupa por que hayas llegado de un pedazo a casa porque el taxista tenía pinta rara y olía mal. Pero además de salir de fiesta, una amiga es aquella con la que puedes ir a conocer lugares nuevos. O con la que ir al bar de siempre, al que habéis bautizado con vuestro propio nombre, hasta tal punto que los demás os pregunten si estáis abonadas ahí. Sabes que a ella la puedes invitar a cualquier plan bajo cualquier circunstancia porque siempre será una más.
Una amiga es la persona con la que te quieres ir a vivir. Está ya pensado todo: la zona, cómo va ser el piso y el buen plan que es. La decisión no es casualidad sino fruto de la más pura de las estrategias elaborada durante años porque ya que estamos, hay que vivir al máximo. Que dicen que la vida son dos días, pero si conseguimos estirarlo a tres, las dos sabremos que hemos vencido.
Una amiga es la persona con la que te quieres ir a vivir. Está ya pensado todo: la zona, cómo va ser el piso y el buen plan que es. La decisión no es casualidad sino fruto de la más pura de las estrategias elaborada durante años porque ya que estamos, hay que vivir al máximo. Que dicen que la vida son dos días, pero si conseguimos estirarlo a tres, las dos sabremos que hemos vencido.
La que es amiga te pregunta por tu familia, no solo por el rollito del momento. Se interesapor tu trabajo hasta el punto de investigar sobre la empresa en la que echas nueve horas al día e informarse sobre qué se dedica. Hasta se lee los artículos del periódico que hablan de ella.
Una amiga llega a un punto en el que se acaba aprendiendo tu número de teléfono para poder contactarte si se queda sin batería, porque eres vital e imprescindible. También te comentará después de haber ido de compras un par de cosas que ha visto que te gustarían porque se conoce tus gustos a la perfección, por muy distintos que sean de los suyos.
Una amiga no es la que te escribe a todas horas contándote su vida. No es necesario. Es la que te manda un “necesito hablar contigo” y comentáis el problema en el susodicho bar o simplemente os quejáis de la vida con un té (verde, porque sino nada tiene sentido) o sucedáneo de por medio. Es la que con una mirada te ha dicho todo y más.
Una amiga es la que te dice las cosas que no te gustan oír, por muy difícil que sea a veces. Que se preocupa por ti como lo haría una hermana, o incluso más, porque ya es familia. Que sabe lo que te pasa cuando tú aún lo desconoces. Que te escribe cuando os separáis porque lo divertido es comentar la quedada. Que pese al tiempo, la distancia y alguna discusión puntual, sigáis queriendo contaros todas vuestras novedades al más mínimo detalle. Que si una de las dos deja de fumar, pues jode porque el cafecito y el marujeo no serán lo mismo pero qué más da porque se disfruta igual.
La amistad verdadera no es como el buen vino, que sólo se saborea en la mejor de las ocasiones, sino que es como una botella normal y corriente, porque está ahí, dispuesta a ser abierta y disfrutada a cualquier hora en cualquier día.
La amistad verdadera no es como el buen vino, que sólo se saborea en la mejor de las ocasiones, sino que es como una botella normal y corriente, porque está ahí, dispuesta a ser abierta y disfrutada a cualquier hora en cualquier día.
martes, 12 de mayo de 2015
No existen lugares imposibles
"Me gustan las palabras que abren puertas, las “gracias” dichas en el momento oportuno, acompañadas de una gran sonrisa; los “perdón” que curan, que te hacen olvidar y que van seguidos de un abrazo; y los “por favor” que acaban dando derecho a todo, que piden un permiso que se concede con gusto. Me gustan las despedidas en las que se resisten a pronunciar el contundente “adiós” y se decantan por un “hasta pronto”, sobre todo cuando existe la firme intención de cumplirlo.
Me gustan los “buenos días, las “buenas tardes” y las “buenas noches” que deseamos a los que nos rodean. Pero también me gustan los contratiempos, los que nos hacen espabilar y dar un volantazo, los que sacan lo mejor y lo peor de nosotros, los que nos recuerdan que somos humanos. Me gusta volver a intentarlo, me gusta recoger la toalla que arrojé y me gusta levantarme después de una caída. Me gusta contar las horas, señal de que algo espero.
Me gustan los “no te preocupes” que te hacen sentir capaz de todo, los que borran cualquier problema y con los que comprendes que mañana, más y mejor. Me gustan los “¿cómo estás?” porque esperan una respuesta de ti, porque te dan la oportunidad de compartir con quien te pregunta qué te ocupa y te preocupa. Me gustan los “me he acordado de ti por…” porque suelen estar cargados del cariño más inmenso, porque suelen venir de quien quiere tenernos presente en su vida.
Pero también me gusta cuando sobran las palabras… Me gusta estrechar una mano que te deje sin ellas, me gusta mirar frente a frente y que esté ya todo hablado y, sobre todo, me gustan las caras expresivas, esas que acumulan arrugas resistentes a cualquier crema, porque es la vida misma la que las provoca."
CUESTIÓN DE ACTITUD
A menudo pasamos por la vida con los ojos vendados. Vemos sólo lo que nos falta, y no lo que TENEMOS. Nos obsesionamos con aquello que no hemos conseguido, y nos olvidamos de nuestros LOGROS. Envidiamos lo que no somos, y pasamos por alto lo que otrosADORAN de nosotros.
En resumidas cuentas, ignoramos que la mayor parte de nuestra felicidad o tristeza no viene determinada por las circunstancias, sino por nuestra disposición.
Marta Washington
Seguro que conoces alguna persona a la que siempre le pasan cosas geniales. Alguien que parece tener un imán para las anécdotas. Te engañas si piensas que es la suerte la que pone a esa persona en el lugar adecuado en el momento idóneo. Es su ACTITUD. La gente que ve el vaso medio lleno, la que tropieza y se ríe, la que no teme equivocarse, la que prefiere preguntar a quedarse con la duda; esa gente atrae situaciones MARAVILLOSAS.
Y es que, al fin y al cabo, la vida es como un espejo: te sonríe si la miras sonriendo.
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